Hace veinticinco años, el 26 de marzo de 1991 se firmaba en Asunción el Tratado constitutivo del Mercado del Sur. Un cuarto de siglo es un período de tiempo significativo que el Mercosur y sus miembros transcurrieron con cierta intensidad, acumulando experiencia y conocimientos y desarrollando una manera común de posicionarse en el mundo.
Con veinticinco años el MERCOSUR tiene una historia y, creemos, tiene un futuro. Pero la organización reconoce también una pre-historia no menos importante. Los actores de ese período fueron los entonces Presidente Alfonsín, Sarney y Sanguineti y sus encuentros de Foz de Iguazú de 1985 y de Colonia del año siguiente son hitos de la evolución de nuestra organización cuya importancia no debe soslayarse. Es oportuno entonces destacar la visión y la acción de esos estadistas y rendirles merecido homenaje en el marco de esta conmemoración.
Sin aspirar a evaluaciones y balances rigurosos, mirando el panorama desde la perspectiva que nos dan estos veinticinco años transcurridos, es evidente que el camino recorrido reconoce marchas y contramarchas, etapas de aceleración y de demora. Lo que nos confirma esa mirada a la historia del MERCOSUR es, en todo caso, que hubo progreso, que se ha construido y que lo construido reclama un renovado esfuerzo para que la obra continúe y realice integralmente sus promesas.
El comercio y los intercambios de diversa naturaleza, entre todos los sectores de nuestras sociedades se han incrementado exponencialmente en estos años, a un ritmo superior al del que nos impuso la globalización en la relación con los países extra Mercosur. Esa dinámica ha contribuido a la construcción de esa identidad específica y propia que, probablemente, sea el mayor logro de estos años de historia del Mercosur. Nuestras sociedades y nuestros dirigentes pueden criticar y cuestionar aspectos de la organización regional pero difícilmente reclamen su defunción. Existe un generalizado consenso sobre los beneficios efectivos y, sobre todo, sobre el potencial aún no realizado del Mercosur, consenso que encuentra su base última en esa identidad silenciosamente forjada en esta su ya no tan breve historia. En tiempos de globalización, la integración regional es un imperativo, al que la argentina debe contribuir.
Quedan, en efecto, no pocas asignaturas pendientes. Entre las más relevantes podríamos mencionar, la integración de las estructuras productivas, la incorporación al proceso de integración del concepto de cadenas de valor, así como las asociaciones con otros bloques o asociaciones, en particular con la Unión Europea y la Alianza del Pacífico. La integración regional orientada hacia el fortalecimiento de la democracia es un imperativo estratégico de nuestras sociedades frente a la nueva globalización capitalista
La realización de esas y otras tareas inacabadas exigen esfuerzos de diversa naturaleza y en variados frentes pero, seguramente, el logro de esos objetivos apela más que a ningún otro atributo a la imaginación y creatividad de todos los interesados, en particular a las de las autoridades y dirigentes de nuestros países.
Por nuestra parte, convencidos del valor y de los beneficios que aseguran la realización de esas tareas pendientes, comprometemos, ahora, como lo hicimos en aquellos tiempos liminares arriba mencionados, bajo la conducción del Presidente Alfonsín, nuestro mayor empeño para contribuir a la construcción de ese Mercosur del futuro que nos debemos.
BLOQUE UCR PARLASUR
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