Que en el pleno siglo XXl, parajes, localidades o centros urbanos de Tucumán tengan dificultades para acceder al agua potable muestra los años de desgobierno que nos sumieron en la decadencia.
El acceso al agua es un prerrequisito para todos los indicadores del desarrollo. Sin agua no hay salud, educación, menos igualdad. La primera relación es quizás la más clara: la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que por cada dólar invertido en suministro de agua potable se ahorran entre 3 y 34 usd en sanidad.
Vivimos en un contexto que es paradójico: con los peores indicadores de pobreza de los últimos 15 años, con una situación sanitaria complicada por la pandemia, la falta agua potable es la muestra de un gobierno cuya voluntad no está puesta en reducir la pobreza ni su política está centrada en promover la dignidad de la persona.
Nota completa de La Gaceta
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