Es evidente que el Gobierno de Tucumán tiene la mente y el corazón puestos en otra cosa. Lo ocurrido en estos días demostró que fracasó la institucionalidad en la provincia. No es casualidad, son 17 años de un modelo cuyo centro no fue la persona humana, la familia tucumana, y que ha provocado la destrucción del tejido social.
El Gobierno se debe hacer cargo de la situación de injusticia social, inequidad, violencia y de inseguridad que están sufriendo los tucumanos. La sociedad no confia más en sus autoridades, necesitamos un shock de seguridad. Advertimos cómo se sostiene en una actitud de soberbia, en cuanto no reconoce los errores, dónde la situación ya es dramática, sin autocríticas dónde nos deja a todos los tucumanos en un estado de indefensión. Las instituciones deben dar respuestas inmediatas y contundentes, el Estado no debe seguir ausente.
El clamor de todos es volver a tener un Tucumán seguro y esto exige que el Gobierno de una respuesta adecuada a las necesidades de los tucumanos, para recuperar ese valor perdido que es la seguridad .