El Dr. Abel Albino, reconocido médico pediatra argentino, que se dedica al tratamiento de la desnutrición infantil y creador de la Fundación Conin (Cooperadora para la nutrición infantil), brindó una conferencia en el Hall Central de la H. Legislatura, sobre el tema: “Argentina, el capital humano, bases para su desarrollo”. Tuve el honor de organizar esta visita a quien hemos declarado huésped de honor en la H. Legislatura. Una conferencia brillante donde no quería dejar pasar lo más importante de su exposición.
Si queremos una gran nación, debemos multiplicar Centros de Prevención con la metodología Conin, en cada lugar que sea necesario, y dignificar a nuestros hermanos y a sus hogares, a través de cinco acciones que deberían ser políticas de Estado que se mantengan en el tiempo, aunque cambien los gobiernos:
1. Estimular y alimentar el cerebro del niño adecuadamente durante el embarazo y los dos primeros años de vida. En efecto, la mujer embarazada debe ser objeto de todo cuidado y protección. Debemos recordar siempre que nuestro país es enormemente grande, notablemente rico y peligrosamente vacío. “Gobernar es poblar”, dijo Alberdi hace 150 años, quien nos advertía en ese entonces que debíamos tener por lo menos 80.000.000 de habitantes para que el país funcione. Tenemos que considerar que Argentina tiene 10 veces más territorio que Italia y la mitad de su población. Cada embarazada nos aporta un ciudadano más. Entre todos debemos lograr que ese niño pueda desplegar su potencial genético, para tener igualdad de oportunidades. Debemos procurar que cada niño tenga una escuela donde ir, un agente sanitario que lo asista y una dieta equilibrada que le posibilite un desarrollo físico y mental adecuado. Esto ya no depende de las posibilidades físicas o financieras. ¡Esta es una cuestión de prioridad política!
2. Educar ese cerebro. La educación es una semilla maravillosa, pero como toda semilla, necesita un sustrato donde sembrarse, y el sustrato ideal para sembrar educación es un cerebro intacto, estimulado y alimentado adecuadamente. Hay que hacer de la patria una gran escuela, advertía Sarmiento y esa pasión, esa filosofía, llevó a la Argentina a ser el primer país del mundo en quebrar el analfabetismo. El “asombro del mundo” nos llamaban, y seguimos siendo el asombro del mundo porque del 7mo lugar del planeta bajamos a la posición 86.
“Hay que educar al soberano”, decía Sarmiento. Tenía razón. Solamente un pueblo es soberano cuando es educado.
3. Cloacas. En esta oportunidad, debemos rescatar la opinión de quien fuera el primer ministro de Salud de la República Argentina, el prestigioso médico de Santiago del Estero Dr. Ramón Carrillo, quien decía: “Los hongos, los virus y las bacterias como causas de enfermedad son pobres causas, comparadas con el daño tremendo que causa la falta de saneamiento ambiental”.
4. Agua corriente y ¡caliente! Nuevamente, el ex presidente Sarmiento nos advertía que el agua es como “la sangre de un cuerpo”. Si el Estado impulsara como política social, no sólo la provisión de agua potable, sino también de agua caliente, modernizaríamos la consigna bajo la cual tuvo notable éxito el Imperio Romano: carreteras, agua y derecho. El agua caliente está estrechamente relacionada con la higiene: es fácil ser limpio cuando uno tiene todas las comodidades, distinto es cuando se carece de estos elementos, que también constituyen derechos humanos.
5. Luz eléctrica. “La luz es como la vista, no hay derecho a que una persona quede ciega después de las 6 de la tarde”, decía Sarmiento. Cuando uno permanece dentro de un rancho nota que no tienen ventanas, pues de esa manera se protegen del frío, y al no haber ventanas, tampoco hay luz al atardecer. Tampoco mesas donde los chicos pueden hacer sus deberes.