En una tensión entre extremos como las listas sábanas, ley de lemas o acoples estamos llamados a buscar un justo medio, un equilibrio. Hay una realidad que es abrumadora y que le ha sacado las máscaras a varios: en la última elección hemos visto acarreos, clientelismo, delitos electorales que han sido justificados usando con mucha creatividad la inteligencia al decir, por ejemplo, que los asados eran para los fiscales y cuántos otros excesivos voluntarismos. Delitos y cuestiones que no son normales han servido para mostrar como hay hipocresía, cinismo y como se pierde autoridad en la dirigencia, lo que nos deteriora como sociedad.
Estrictamente como Comisión, ajustándonos a lo electoral, debemos buscar la manera de transparentar los comicios y garantizar participación para quienes buscan ejercer ese derecho a ser elegidos así no tengan que sufrir esos embudos que puede llegar a significar la lista única y ese carnaval electoral de boletas.
Hay muchas cuestiones que hacen a la vida política que pueden ser objeto de reforma y que tendrán implicancias en el sistema electoral como por ejemplo contar con un nuevo régimen comunal y municipal, con leyes que regulen el funcionamiento de esas instituciones adecuandolas a la manda constitucional de la nación y de la provincia superando de esa manera, en este último caso, la mora de 11 años que tenemos en el dictado de una norma que determine los alcances de la autonomía municipal.
En base a la labor que despleguemos tenemos que garantizar nada más y nada menos dos importantes cuestiones: la libertad de elección de los ciudadanos y la calidad institucional de nuestro sistema político. Hay muchas cosas que podemos hacer, en nuestras manos tenemos asuntos que son heredados pero lo que venga mañana y pasado va a depender de nosotros.